Porque me he dado cuenta que no vale la pena darle importancia a las cosas que no la tienen. La vida es ahora, no ayer ni mañana. Nos creemos muy sabios, pensamos que todo lo sabemos. Pero aun nos quedan muchos errores por cometer, demasiadas lecciones por aprender. Tropezaremos hasta que nos sangren las heridas, pero luego todas terminan por cicatrizar. El tiempo es una tirita que junta los pedacitos que quedan de aquello que has sido, y que quizá nunca volverás a ser. Crecemos, maduramos. Solo que no siempre al ritmo necesario. Cada problema, cada obstáculo parece un mundo que nos impide tener lo que queremos, hacer lo que queremos. Aunque si algo he aprendido, por poquito que sea, es que hundirse realmente no sirve de nada. Las cicatrices no son malas, nos recuerdan las equivocaciones que hemos tenido, las caídas y las lecciones aprendidas. Pero también que aquello por lo que luchamos fue real, que las metas no siempre se consiguen pero son necesarias. Yo estoy llena de pequeñas cicatrices. Y la verdad es que estoy orgullosa de todas y cada una de ellas.
Hay un momento en la vida de todas las personas en el que te das cuenta de lo que de verdad importa , lo que necesitas, lo que siempre has tenido, pero nunca le has echado cuenta, lo que aprecias mas que a nada, lo que si no esta echas de menos, aunque no te des cuenta, y lo que más quieres aunque no lo sepas. Aquello tan especial de lo que hablo, se llama amistad. La amistad es una relación afectiva entre dos o mas personas. Es una de las relaciones más comunes que las personas tienen en la vida. La amistad se da en diferente etapas de la vida y con diferentes grados de importancia. La amistad crece a la vez que las personas crecen. Y cada vez se va haciendo mas fuerte. Un amigo es el que ha vivido junto a ti todos los momentos y etapas importantes de la vida. La verdadera amistad es la que dura toda la vida. Un amigo es una persona con el que se puede pensar en voz alta, la que te comprende y te ayuda. Un amigo es el que lo sabe todo de ti, y a pesar de ello, te quiere y te acepta. Un amigo es el que esta en todo momento, el que te levanta si estas decaído. Sólo en el peligro se conoce al verdadero amigo, porque es el que siempre acudirá. La amistad es frágil y nosotros no somos lo suficientemente inteligentes para apreciarla. Y yo me he dado cuenta de lo que de verdad me importa, y de que si somos inteligentes, no dejaremos que esto acabe.
Tengo el vicio de reírme sola como una loca mientras recuerdo tonterías. El de caminar sonriendo, sobre todo después de ver a alguien especial. De escuchar la misma canción muchas veces, de tranquilizarme bailando. De escribir frases sueltas y pensar que algún día alguien me las dirá. El vicio de hacer lo posible para sentirme mejor. El de no sentirme mal cuando estoy triste, sino el de disfrutar un poco de la tristeza. El vicio de soplar al aire cuando hace frío. El de dormir y soñar rarezas, soy capaz de inventar otro mundo. El vicio de fallar en cosas fáciles y acertar las difíciles. El de tropezar con la misma piedra, una y otra vez. De sentarme atrás en el coche y pensar en nada. Tengo el vicio de siempre creer que no me van a fallar. Y el de empezar las cosas por su final.
Aunque reír es arriesgarse a parecer tonto. Aunque llorar es arriesgarse a parecer sentimental. Aunque acercarse a alguien es arriesgarse a involucrarse. Aunque mostrar tus sentimientos es arriesgar tu yo interior. Aunque exponer tus ideas o tus sueños a una multitud es arriesgarse a perderlos. Aunque vivir es arriesgarse a morir. Aunque desear es arriesgarse a ser defraudado. Aunque intentar es arriesgarse a fallar. A pesar de todo, debes arriesgarte. Debes correr los riesgos simplemente porque el más grande de los peligros de la vida es no arriesgarse. Las personas que no arriesgan nada, nunca tienen nada. Tal vez podrán evitar el sufrimiento y la tristeza, pero no logran aprender, sentir, cambiar, crecer o vivir. Prisioneros de sus temores, son esclavos que han renunciado a su libertad, pues sólo cuando una persona se arriesga, es libre. Los pesimistas se quejan del viento; los optimistas esperan confiadamente que los vientos cambien de dirección y los realistas, ajustan sus velas en la dirección correcta. Arriésgate. Es cierto que puedes perder.
Solemos hacer más daño a aquellos a los que más queremos. No nos damos cuenta de nuestros fallos, de nuestros errores...simplemente damos por hecho que quien te quiere siempre estará allí. Pero eso no es del todo cierto; todos tenemos un límite, un punto a partir del cual simplemente no podemos con todo lo que se nos viene encima y damos un paso atrás. Y puede que cuando te des cuenta de que la otra persona ya no está, esa que pensabas que siempre estaría, ya es demasiado tarde...puede que ya no quede nada que salvar. Siempre pensamos que tenemos razón, que son los demás los que se equivocan...llevamos una venda que nos impide ver nuestros propios defectos y que nos hace tropezar con nuestros prejuicios una y otra vez.